viernes, 6 de enero de 2012

Todas las mañanas nos deteniamos en la escalera de Baquedano y nos sentabamos a pintarnos los labios bien rojos... y es que los labios rojos reflejaban el color de nuestros adentros, el color de los dolores... Para el guardia eramos perras, para nosotras también, pero perras dolorosas, pálidas, lindas, llorosas, caóticas.

Y cuando venían las asesinas se nos perdía el pintalabios o más bien lo escondíamos para reemplazarlo por el rush morado del vino en caja... (nunca en botella, porque las botellas siempre las terminabamos quebrando)...

4 comentarios:

  1. Pasión entre rejas...Abrazos de encuentro literario

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  2. Además una botella nunca te saca de dudas…que si medio llena, que si medio vacía. Los guardias no suelen entender de colores en los labios ni de la necesidad de trenzar dudas para que sean hilos de cometa. Cosas que pasan aquí y allí.

    Beso.

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    1. Las botellas a veces son tan duras como los ojos de los guardias. Abrazos!!

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