Agachar la cabeza era decirnos que no sabíamos donde ir,
yo te veía y me reía, me reía de lo estúpidos que parecíamos.... a mi ya se me repetían las preguntas y tu, tu apenas hablabas....
Así tan imbéciles caminando, cada cual esperando algo.... quizás besos, tal vez algo de amor crudo, sin cocinar, sin aliñar, sin masticar.
Y por las calles no había necesidad de frió ni calor,
tu no me conocías, yo tampoco....
Teníamos fantasmas pegados a la sombra, consumidos por la distancia que en algunas cuadras se detenía a saludarnos.
A veces me dabas un beso que por dentro era desabrido y yo lo acariciaba aunque por dentro me diera rabia haber creído algún día inventarnos.... porque igual nos confundíamos....
Caminábamos, actuábamos, nos queríamos.... doblábamos en la misma esquina siempre y otra vez nos transformábamos en esos mismos afiches gastados pegados a la Alameda. Nos incrustábamos ahí hasta volver a perdernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario