miércoles, 24 de agosto de 2011

Amén General

Las calles pasadas a lacrimógena.... Amén! no de la marcha pasada, sino de mil marchas acumuladas en el cuerpo gigante de una ciudad que llora, un aroma ya impregnado, ya común. Y yo lloro con ella, lloramos juntas por la maldita manía de ser solidarias aunque sea una vez al año, aunque sea siempre que alguien llora. Todo aquí esta tan gastado como la conciencia colectiva, todo tan manoseado como las putas de la esquina, y yo lloro, lloras, lloramos un día más para ver si este calendario junta muchos días 30 y 31 para cobrar ese sueldo que no existe, y lloro, lloro por las paredes encapuchadas de Santa Lucia, paso los dedos por el ladrillo y me astillo en sangre. Y un puto Amén! Corro, corremos porque viene la policía del tiempo y viene Piñera a obligarnos a firmar el puto crédito que nos tiene corriendo como idiotas. Y nos das ganas de vomitar y de escupirte y de desaparecerte y de desmembrarte y hacerte pasar hambre, hacerte vivir bajo el Mapocho para que conozcas un poquito tu ciudad. Amén y un temblor! Lloro por esa tierra que ya nadie mira para que no se le pase la micro. Que Amén más rutinario y maquinario!

Lloro, lloro y quiero escapar del ruido.... vamos a parar a la iglesia, a esa iglesia que he mirado tantas veces con desprecio. Amén! Te veo con unos ojos desconocidos y tú me llevas. El aire esta tan viciado y yo tan nublada que sin entrar ya estoy dentro. Afuera los vagabundos, adentro una paz, una paz tan asquerosamente vertiginosa y celestial que nos fragmenta el tiempo y el cuerpo. Amén sincero!

Tanto silencio, tanto silencio me desgarra y choco, voy a caer al suelo sin caer y lloro, lloro pero ahora no sé porque lloro. En realidad no lloro, grito, gimo, lamento y me desaguo, tiño las baldosas blancas con esta sangre pasada a pena. Me desmayo. Amén en tiritones!
Me desmayo y me das la mano, nos damos las manos mi pequeña inocencia mientras recordamos a cristo y la señal de la cruz mirando hacia el techo como si fuera inalcanzable. Nos derretimos por ese techo y a ti se te olvida el padre nuestro, el padre tuyo y el padre mío. Amén en cubitos! Y los cuadros nos miran cuando preguntas quien nos puede confesar….  Amén convulsivo del mundo entero! Aquellos retratos que viven a la pared pegados parecen anestesiarnos, alzamos los ojos para buscar no sé qué y ya nos vamos del reloj cuando tan fuerte volvemos al suelo y nos estrellamos con nuestras propias cruces y crucigramas, bailamos por el mareo y repetimos la acción con los dedos por todo ese territorio sacrosanto. Amén nublado y borroso en los brazos!

Qué grande es la iglesia, cuán grande es ella y su silencio! Cuán perfecto y divino y un flujo Aménes que nos recorre!

Y se nos asoman recuerdos vagos de haberla visitado alguna vez, escalofrios…. ¿Vamos al altar? Y no son más de tres las personas a las cuales la iglesia se ha tragado momentáneamente. Y crees que nos importa si este lugar tiene reglas o protocolo. Amén subersivo! Nos paseamos tal como si un palacio fuera y corremos como niñas hasta el final que es el principio. Yo  te veo amiga mía y me desarmo de felicidad porque nadie nos frena, nadie nos juzga, solo el cristo enmudecido en los brazos de su madre que ya ha derramado sus heridas por la historia. Amén del calvario!

Róbate la biblia como solo tú lo sabes hacer, róbala y la reescribimos juntas! Amén agitado!

Cuantas sillas y cuan omnipotentes se ven cuando no están repletas de hombres, cuantos cirios, cuantos ángeles, años, telarañas y tumbas…. Y allá arriba algo como un tragaluz que nos traga los miedos y parecemos volar. Aquí no hay pastillas mujer! Amén de placebo! Y respiramos y lagrimeamos cada centímetro de su aire frio y veraniego, cada santo, cada plegaria, cada manda, cada rezo de este exilio apolítico y amilitarizado de un triángulo de las bermudas que cruza a Santiago y a sus dioses. Los órganos que componen este ser son como el infinito. Amén resonante en las rodillas!

Salimos y es como si saliéramos del útero de nuestras madres, como si las ropas salieran del útero de la siembra. No tenemos monedas, tenemos sed y estamos cansadas pero no importa, no importa porque aquel lugar nos ha robado en dos minutos un vacío del alma. Amén en el piso!

Y algo nos empapa, nos llueve vino, nos llueve vino ahora por la sangre de tantos que lloran.... pero es un vino aguado. Tienes que saber que acá nunca llueve del distinguido, porque los que lloran siempre serán los pobres…. Nadie lo quiere probar y al mismo tiempo abrimos la boca y descubrimos el secreto. Sin hablar nos reímos y es que es tan dulce que desabotona sin que nadie lo sepa y allí yacen los rostros desnudos en el asfalto. Un Amén tan duro como el cemento!

Ellos con la bandera y el luto inventando rosarios…. Y Aménes!

Y nosotras queriendo que cada vez que el humo nos invada entremos a una iglesia, de preferencia las del centro gigantes y huecas…. Y en su inmenso eco nos bañaremos en el pedestal de mármol para convertirnos en agua bendita roja las veces que sea necesario e innecesario. Amén líquido!

Y ya vomitadas por sus formas volveremos a ser esos cristos y esas María Magdalenas que cruzan las calles como las venas del vía crucis. Amén de carne y de sangre que es lava!

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