Nos dijimos que nos hablaríamos si alguna vez nos veíamos a través del vagón del metro.
Y como nos íbamos a ver, si justo ese día los trenes chocaron, hicieron el amor (metalicamente),
volviendo a las personas una masa uniforme y gris (porque en la ciudad nadie viste de amarillo)
Justo ese día todo se dispersaba, sin dejar divisar que había detrás del anden.
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